La abstracción de lo «bello»

Es necesario plantear el problema de lo bello como un carácter intangible, perteneciendo entonces al mundo sensible, pero cuya esencia no recae en realidades materiales canónicas, sino que se produce en la percepción del sujeto en tanto que entre en contacto con el objeto, cuya forma produzca en él el reconocimiento de la esencia de lo bello.

 

De acuerdo a esto, se entiende entonces que no existe un precepto determinado de lo que lo bello debe ser, así como resalta Kant en Crítica del Juicio, haciendo una diferenciación entre tipos de bellezas; donde el tipo de belleza que toma en consideración un concepto de perfección sobre el cual realiza el juicio de la representación del objeto sería la adherente, como su nombre lo indica no es una belleza pura e innata de la representación misma, sino que solamente se le adhiere a la representación del objeto en tanto que cumpla con las determinantes establecidas en el pensamiento del concepto del objeto. Mientras que la belleza libre sería la concerniente a lo estético, y que no está atada a ningún concepto establecido de perfección, el juicio del gusto entorno a este tipo de belleza se da únicamente con la representación misma del objeto, no del pensamiento condicionado de lo que el objeto deba ser.

 

La mayor representación de este tipo de belleza la encontramos en la naturaleza, cuyos elementos no entran en un juicio del gusto por medio de la razón, no existen reglas que determinen un concepto de cómo deba ser cada elemento natural en su apariencia: “No hay perfección de ninguna especie, ni finalidad interna a que se refiera la reunión de lo diverso” como menciona Kant en cuanto al juicio del gusto en la naturaleza (Crítica del juicio, pág. 10), aclarando que si bien un estudioso de la materia podría reconocer en el objeto características prácticas a un fin, como los órganos destinados a la reproducción de la planta, sin embargo, en cuanto al juicio estético estas consideraciones teóricas – prácticas no son tomadas en cuenta.

 

A su vez Kainz afianza esta consideración de la belleza, en torno a la estética, librándola también de los puntos de vista que recaigan en el análisis teórico intelectual y prácticos, pues estos se ven influenciados en preceptos no concernientes al juicio estético, tomando conceptos basados en un fin; ya sea el estudio formal del objeto (teórico – intelectual), o relacionando el objeto a conceptos referentes a lo bueno moralmente o en la búsqueda de un fin a conveniencia (práctico).

 

Determinando así que la captación pura de la esencia de lo bello estético, contenido en el objeto, sólo puede realizarse al encontrarse en un estado de pura contemplación, librándose de todas las limitantes que pudieran presentar cualquier punto de vista de los mencionados, pues tienden a conferir un fin u objetivo en la experiencia estética, influenciando a la misma y no permitiendo su verdadera consumación. Kainz recalca que, a diferencia de los otros, “el punto de vista estético considera el objeto fin en sí mismo, no un medio” (La esencia de lo estético, pág. 29).

 

Es por ello que la experiencia estética no busca realmente la comprensión e interpretación del contenido significativo de un objeto, por el cual la materia sería el medio de transmisión, tal contenido suscitaría en el hombre emociones o interpretaciones intelectuales que del mismo modo, condicionarían el juicio estético, pues estarían ligadas a afinidades o pasiones del sujeto en cuestión, como Kainz afirma; “las pasiones generan deseos de posesión o sentimientos de repulsión” (La esencia de lo estético, pág. 32), que atañen al grado subjetivo de cada persona y atentan en contra de la pura contemplación (experiencia estética).

 

Es entonces la forma lo concerniente al juicio estético, como Kainz expone, citando a K. Kostlin: “Se adopta una actitud estética cuando el objeto atrae y fascina de tal modo por su forma, que se entrega con deleite a su contemplación” (La esencia de lo estético, pág. 29). Es por ello que Schiller determina el secreto del juicio estético siendo necesario que “la forma aniquile la materia”, donde la materia viene a representar un mundo sensible que suscita las pasiones, mientras que la forma está, por una parte, relacionada al pensamiento, pero esta relación no se basa en un análisis intelectual, sino que se refiere a la captación de la belleza en la forma, donde se suprimen las influencias tanto de las pasiones como del análisis teórico, pues la belleza, como bien enuncia Schiller, enlaza y suprime dos estados opuestos (El estado estético del hombre, pág. 21), puesto que el artista, consigue moldear la materia en una forma tal que, al imprimirle su carácter creador con fuerza instintiva, unifica la materia del mundo sensible, que suscita y excita el espíritu, junto a las cualidades que generan reminiscencia en el pensamiento mediante la razón, “haciendo desaparecer las singularidades en la armonía del todo” (El estado estético del hombre, pág. 25 – 26), de esta manera consigue una forma que refleje y transmita en sí misma un sentido universal, pues en la unidad de estos opuestos el espectador se halla a sí mismo en un estado cero de influencias, consiguiendo librarse de las determinantes que limitarían la visión en la experiencia estética.

 

En este punto “cero”, el sujeto es capaz de experimentar lo estético puro, pues se halla en un estado de desinterés que, como Kainz señala (La esencia de lo estético, pág. 30), no se refiere a adoptar una actitud de indiferencia ante la obra, pues ciertamente toda obra de arte suscita un “interés intenso y profundo”, sin embargo, es necesario resaltar una diferenciación entre los sentidos que pudiera adquirir esta palabra. Puesto que por un lado, pudiese entenderse “interés” como la búsqueda de un fin práctico que genere algún beneficio o ventaja, produciendo una sensación de deseo o posesión que contaminaría la pura contemplación del espectador, es este el sentido de interés del que debe librarse una persona para consumar la captación de la belleza estética; por otro lado, “interés” pudiese referirse a la excitación de las funciones psíquicas, generando así un estímulo espiritual que produzca una sensación intelectual, enlazando y unificando la intuición y el conocimiento, opuestos que al unirse se suprimen a sí mismos y contenidos a su vez en la forma permite al espectador percibir un todo armonioso, sin adquirir ninguna tendencia hacia uno de los dos estados. Así también Schiller considera el estado puro estético, pues el autor señala, y cito textualmente, que “si después de un goce estético nos sentimos animados a cierta particular especie de impresión o de acción, y, en cambio, ineptos y sin gusto para otros no fue entonces la experiencia de un efecto estético puro” (El estado estético del hombre, pág. 24).

 

Si la experiencia estética genera en el espectador un concepto determinante de lo que lo bello debe ser entonces la percepción de la belleza en el objeto se vio influenciado, ya sea por pasiones que generan ciertas aficiones o por el estudio y razonamiento de las características formales del objeto, no cumpliendo así con el único requerimiento para la experiencia estética pura, la de encontrarse en un estado de pura contemplación sin interés en la búsqueda de algún fin o cumplimiento de aspiraciones o conceptos ideales de perfección.

 

Ahora bien, Kant señala que al generarse un enlace entre las satisfacciones generadas por el gusto y por la razón, es decir por lo bello y lo que presupone lo bueno en el pensamiento,  se crean a su vez reglas que esclarecerían la esencia de belleza en una obra, sin embargo, estas no pudiesen ser reglas del gusto, puesto que eso sería contraproducente, sino únicamente de la unión de gusto con razón, lo que transformaría la situación de espíritu del primero, que tiene un valor subjetivo universal (sentido universal del que hacía referencia Schiller, “la armonía del todo”), a un modo de pensar, adjudicándole un valor objetivo universal (Crítica del juicio pág. 10 – 11). Sin embargo, se evidencia, incluso en esta especie de unión, la jerarquización que realiza Kant, pues señala que “ni la perfección gana por la belleza ni la belleza por la perfección”, entonces al realizar el juicio del gusto de la representación de un objeto en comparación con lo que el objeto deba ser (concepto de perfección), se hace imposible evitar la adjudicación de la sensación en el sujeto, evitando la verdadera experiencia estética, es por ello que, en cuanto a la búsqueda de la belleza pura se ve priorizada la percepción únicamente de la representación del objeto que, en el mundo sensible, entra en contacto con el espectador, encontrando la unidad de ambos estados del espíritu (punto cero en la contemplación).

 

Es decir, sucede que al intentar academizar la experiencia estética se suprime la posibilidad misma de la verdadera experiencia, pues al implantar reglas para la percepción y captación de lo bello se genera un concepto que inevitablemente determinaría y limitaría la visión del sujeto, no pudieron este entregarse verdaderamente a la pura contemplación, sino que buscaría asociar las cualidades materiales del objeto que se contempla con el concepto teórico de perfección que se ha generado. Y, así como Kant enuncia, el cumplimiento teórico de las reglas, de algún canon establecido, no es lo que consigue contener la esencia de la belleza pura, sino que simplemente conformaría una belleza adherente, quedando así esta última como inferior en una escala de valor en contraposición a la belleza libre.

 

A su vez, este contacto entre el espectador y el objeto o la representación del objeto, que hace posible la contemplación, se realiza por medio de los sentidos humanos, que moldeados en sociedad desarrollan capacidades para la experiencia estética. Pues como señala Marx: “…el ojo del hombre disfruta de otro modo que el ojo tosco, no humano, el oído del hombre de otro modo que el oído tosco…” (Los sentidos estéticos, pág. 34), entendiéndose como el hombre produce los sentidos humanos trabajando sobre los órganos base naturales, generando así las fuerzas esenciales humanas, que tienen cabida dependiendo de las capacidades subjetivas de captación de cada persona.

 

Además de la creación de los sentidos perceptivos, la humanización de la naturaleza por parte del hombre genera a su vez los sentidos espirituales, también llamados prácticos por la inherente búsqueda de una consecución de fines (como son la voluntad, el amor, entre otros), es necesario separar estos de los sentidos perceptivos, concernientes al juicio estético, pues los espirituales son aquellos que pudiesen determinar y limitar al hombre en la experiencia estética, pues influenciaría en el proceso de percepción generando inevitablemente asociaciones interpretativas, cargadas de significados para la persona que se encuentra ante una obra, imposibilitando la contemplación pura mediante la visión únicamente estética  (Los sentidos estéticos, pág. 35).

 

El hombre va humanizando el objeto de su realidad, subjetivando todo estímulo externo acorde a la capacidad por la cual es percibida, mediante las fuerzas esenciales humanas, por ello la percepción de un objeto o representación se dará en tanto que la naturaleza de la fuerza esencial vaya acorde a la naturaleza del objeto, de este modo una composición visual será percibida por el sentido humano de la vista, y su nivel de captación residirá en la capacidad subjetiva que posea el sujeto en cuestión. No es lo mismo pues, la apreciación que un hombre, desarrollado en sociedad, pueda hacer de un cuadro de Mondrian, en tanto que la fuerza esencial acorde le permita (sentido humano de la vista), en comparación de la apreciación que pueda hacer un ser de ojo tosco, que no ha desarrollado el sentido natural para convertirlo en sentido humano.

 

Lo mismo ocurriría en caso de una composición auditiva, no es lo mismo pues, la percepción que pueda tener una persona con el sentido humano del oído que un ser vivo de oído tosco, no formado en sociedad; lo que para uno pudiese representar una hermosa melodía para otro no sería más que ruido o sonidos discordantes.

 

La belleza es como un ente indescriptible, porque no recae en cualidades compositivas específicas, sino que es contenida en un todo armonioso en la percepción del hombre, esta sustancia etérea consigue encarnar en la materia mediante la transformación, modelación de la misma, cuyo resultado es la forma que le da el hombre, quien en posición de creador; contempla y reconoce lo bello. Incluso en aquella realidad natural que no ha sufrido manipulación humana, el hombre como ser evolutivo desarrolla los órganos sensitivos naturales para dar cabida a los sentidos perceptivos y así ser capaces de captar y abstraer la esencia de lo bello en la realidad que contempla, es por ello que la idea que representa lo bello se da entonces en el interior del hombre, cuando este “humaniza” la naturaleza que contempla en la experiencia estética.

 

Bibliografía:

  • Crítica del Juicio. Immanuel Kant.
  • Los sentidos estéticos. Carlos Marx.
  • El arte como experiencia. John Dewey.
  • La esencia de lo estético. Friedrich Kainz.
  • El estado estético del hombre. Feredico Schiller.

 

Definición de términos filosóficos:

  • Abstracción: Operación cognoscitiva mediante la cual, a partir de los datos sensibles que nos suministran nuestros sentidos, el entendimiento obtiene las esencias universales contenidas en las cosas.
  • Noúmeno: Término acuñado por Inmanuel Kant para referirse al objeto perteneciente a la realidad objetiva e intelectual, que no es reconocida por medio de la intuición sensible.
  • Fenómeno: Término usado en la Filosofía para denominar el aspecto de las cosas ante nuestros sentidos, resultado de una relación empírica.
  • Aprehender: La palabra como término filosófico se diferencia de “aprender”, ya que esta última se refiere al conocimiento adquirido mediante el estudio teórico o empírico de alguna cosa, en cambio, aprehender hace referencia a la captación o comprensión de algo sin estudio previo de por medio, y sin consideraciones de juicio alguno, la concepción más pura de la esencia de algún objeto o ente.
  • Sujeto y objeto: En filosofía se entiende por sujeto un ser dotado de conciencia y de voluntad, que conoce y actúa en conformidad con sus propios designios. Al sujeto se contrapone el objeto, como una cosa exterior hacia la cual se dirige la conciencia y la actividad del primero.
  • Estímulo: Es cualquier cosa que influya efectivamente sobre los órganos sensitivos de un organismo viviente, incluyendo fenómenos físicos internos y externos del cuerpo, y suscite una respuesta del mismo.
  • Percepción: Se ha entendido en filosofía, de modo general, como la aprehensión directa de una realidad objetiva, siendo dicha aprehensión algo distinto de la sensación y de la intuición intelectual.

 

Teoría del conocimiento

Reflexiones sobre el proceso cognoscitivo del ser

Basado en el texto de Johannes Hessen

El autor inicia con un recorrido por la historia de la filosofía para hallar en ella la esencia misma de su teoría y práctica, así presenta los diversos conceptos que le han sido adjuntados por pensadores en posiciones diferentes, e incluso contrarias. Partiendo de la significación inequívoca de la palabra se traduce esta como amor a la sabiduría, lo que conlleva al deseo por adquirir conocimiento, en un comienzo esto se vio orientado al estudio del ser en su conducta valorativa teórica y práctica, siendo Sócrates y Platón los principales defensores de esto, sin embargo Aristóteles, discípulo de Platón, se aleja de lo expuesto por su maestro al asumir todo lo que rodea al “ser” como parte inexorable del estudio, así nos encontramos con dos proposiciones; donde la filosofía se orienta a la búsqueda de la verdad mediante la concepción del ser únicamente y la que toma en cuenta el universo. Al conocer las relaciones de la filosofía con todos los demás elementos que componen la cultura entendemos entonces la totalidad que esta pretende abarcar, pues de la ciencia se aleja al estar ésta dividida en especialidades que estudian la realidad por partes, del arte y de la religión se distingue pues éstas se desarrollan en el subjetivismo para la interpretación de la realidad, por ende no llegan a una verdad universal, que es la única que se podría considerar como válida.

Así la filosofía requiere entonces de la reflexión del ser sobre sí mismo para poder llegar a un entendimiento del mundo.

La filosofía vista como ciencia busca comprender el conocimiento y su validez, para ello es necesario tener claro que el conocimiento es como un proceso, donde se encuentra una constante relación entre el sujeto y el objeto, la validez de este conocimiento se respalda en la concordancia que tenga el pensamiento con el objeto, de manera objetiva, pues si la verdad no es una verdad universal entonces carece de validez.

Por ello son muchos los pensadores que se han dedicado a establecer definitivamente cómo sucede el proceso de conocimiento, visto desde muchas posiciones diferentes; hay quienes confían ciegamente en la razón humana para llegar al entendimiento, sin ver en el mundo perceptivo validez alguna, esta visión racionalista se encuentra en la filosofía de Platón, para quien los estímulos del mundo perceptible permiten el entendimiento mediante una reminiscencia del conocimiento que el sujeto tenía ya a priori a la experiencia, según este filósofo existe un mundo aparte al terrestre donde habitan las ideas eternas de todas las cosas, la esencia de la cosa en sí, con las cuales nuestra alma ya ha entrado en contacto en una existencia anterior a la terrenal. Siendo éstas eternas y no cambiantes ni de percepciones subjetivas como lo que habita en el mundo perceptible; son consideradas las verdaderas. Su defecto radica en caer en el dogmatismo de considerar la razón únicamente como medio de hallar la verdad, desechando la experiencia, y todas las variantes que ésta conlleva, como factor determinante del conocimiento, pues da por sentado el contacto del sujeto y el objeto en un sentido genérico y universal.

El empirismo, por el contrario, se basa en las experiencias como único medio para hallar alguna verdad válida, rechaza cualquier conocimiento a priori que pueda poseer el sujeto y es el filósofo John Locke el principal exponente de esta rama del pensamiento, al afirmar que el alma humana es vacía y son las experiencias las que la van llenando, éstas se ven divididas en externas (sensaciones) e internas (reflexiones), posteriormente David Hume apoyaría lo expuesto por Locke y dividiría las percepciones en impresiones e ideas, siendo las primeras las que se producen directamente al entrar en contacto con un estímulo externo, mientras que las ideas son aquellas que surgen posterior a la experiencia en base a las impresiones de sensaciones y reflexiones.

El intelectualismo y el apriorismo buscan mediar entre estas dos visiones contrarias, el primero, cuyo principal expositor fue Aristóteles (posteriormente Santo Tomás de Aquino, en la Edad media), quien sustrajo de Platón “la idea” de la cosa para situarla en el mundo perceptible, es decir, en la cosa en sí, de esta manera, mediante la experiencia, se puede llegar a la imagen del objeto, que guarda la esencia inmutable de la cosa.

El apriorismo, que también defiende tanto la experiencia como el pensamiento como medios para llegar al conocimiento, considera que existen elementos a priori, Immanuel Kant, su principal expositor, definió estos como formas del entendimiento, que junto a la formas de la intuición (espacio – tiempo) sitúan y organizan el caos perceptible al que se somete el sujeto en la experiencia con el objeto, llamado  “noúmeno” por Kant.

Personalmente, me inclino a la visión expuesta por Kant, pues éste si bien afirma la posible existencia objetiva del objeto, toma en cuenta los elementos que influyen en la percepción del sujeto, también afirma que el sujeto no puede de alguna manera aprehender la realidad del objeto, no puede llegar a la sustancia inalterable de este (remitiendo a la teoría de las ideas de Platón), pues lo que se crea en la razón es una imagen de éste, el conocimiento de la cosa radica entonces en el fenómeno que produce el objeto en la razón del sujeto, y éste depende de las capacidades cognitivas que el mismo posea.

Entonces cabe preguntarse cómo puede un conocimiento considerarse verdadero, y si es que hay alguna forma de verificar su validez universal.

«Ese territorio [el del entendimiento puro] es una isla que ha sido encerrada por la misma naturaleza entre límites invariables. Es el territorio de la verdad (Land der Wahrheit) —un nombre atractivo— y está rodeado por un océano ancho y borrascoso, verdadera patria de la ilusión, donde algunas nieblas y algunos hielos que se deshacen prontamente producen la apariencia de nuevas tierras y engañan una y otra vez con vanas esperanzas al navegante ansioso de descubrimientos, llevándolo a aventuras que nunca es capaz de abandonar, pero que tampoco puede concluir jamás» (B 294-5)

Fragmento extraído del texto “Crítica a la razón pura” de Inmanuel Kant.

 

Kant nos muestra así, en forma de metáfora, la imposibilidad de alcanzar la esencia verdadera de la cosa, o el objeto de estudio, así todo conocimiento es únicamente verificable en su aspecto formal lógico, analizando desde una visión objetiva la concordancia del pensamiento con el objeto en sí, o más bien con el fenómeno de éste.

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Definición de términos:

  • Noúmeno: Término acuñado por Inmanuel Kant para referirse al objeto perteneciente a la realidad objetiva e intelectual, que no es reconocida por medio de la intuición sensible.
  • Fenómeno: Término usado en la Filosofía para denominar el aspecto de las cosas ante nuestros sentidos, resultado de una relación empírica.
  • Aprehender: La palabra como término filosófico se diferencia de “aprender”, ya que esta última se refiere al conocimiento adquirido mediante el estudio teórico o empírico de alguna cosa, en cambio, aprehender hace referencia a la captación o comprensión de algo sin estudio previo de por medio, y sin consideraciones de juicio alguno, la concepción más pura de la esencia de algún objeto o ente.
  • Sujeto y objeto: En filosofía se entiende por sujeto un ser dotado de conciencia y de voluntad, que conoce y actúa en conformidad con sus propios designios. Al sujeto se contrapone el objeto, como una cosa exterior hacia la cual se dirige la conciencia y la actividad del primero.
  • Estímulo: Es cualquier cosa que influya efectivamente sobre los órganos sensitivos de un organismo viviente, incluyendo fenómenos físicos internos y externos del cuerpo, y suscite una respuesta del mismo.
  • Percepción: Se ha entendido en filosofía, de modo general, como la aprehensión directa de una realidad objetiva, siendo dicha aprehensión algo distinto de la sensación y de la intuición intelectual.

Referencia:

  • Teoría del conocimiento. Johannes Hessen.
  • Crítica a la razón pura. Inmanuel Kant.